viernes, 5 de febrero de 2016

Tramo cuarto: Estación de La Collada, Gijón, El Musel.

 
Tramo cuarto: Estación de La Collada, Gijón, El Musel.

En La Collada se encuentra el único edificio en pie de los destinados a estación, ostentando la categoría de segunda clase. Se trata de un edificio cuadrangular con cubierta a dos aguas y caballete paralelo a la fachada principal. Está construido en sillar de piedra de cantería labrada en el mismo lugar por especialistas gallegos. La calidad de la construcción ha de ponerse en relación con  la existencia de un muelle de carga y con una pequeña trinchera que circula tras la estación uniendo este cargadero con la mina de espato flúor. De este modo, la coincidencia en este lugar de los intereses del ferrocarril como empresa y de su gerente, Felipe Valdés, como propietario del cercano yacimiento hicieron oportuno levantar una sólida casa de gestión combinada con un ramal entre las minas y el consistente andén de carga hacia Gijón.
 
 
 
Estación de La Collada en la actualidad
Su actual propietario, la compró a mediados del siglo XX en sesenta mil pesetas a unos comerciantes de Pola de Siero que la habían adquirido tras la subasta de los bienes del ferrocarril en cuatro mil pesetas. Al parecer, en dicha subasta los comerciantes de Pola de Siero habían procurado cien pesetas al otro pujante para que retirara su oferta. Testimonio oral actual propietario del edificio de estación del Ferrocarril de Lieres en La Collada.



En el concejo de Gijón, el Ferrocarril de Lieres recorría las parroquias de Caldones, Fano y Granda, donde el poblamiento tradicional circunscrito a los núcleos de población ha sufrido importantes cambios en las últimas décadas con las nuevas tipologías de vivienda unifamiliar que se “desparrama” por todo el espacio rural ejerciendo una mayor presión sobre el suelo que se traduce, de nuevo, en la amenaza para algunos restos del ferrocarril que no pueden incorporarse a las nuevas funciones que la zona demanda, como el túnel de La Collada convertido en basurero o, en el mejor de los casos, en la incorporación de éstos a fincas particulares como en el caso de otros túneles reconvertidos en bodega por una firma lagarera.
 




Los planos del proyecto muestran como se pretendía que el Ferrocarril de Lieres llegase a Gijón desde el sur, cruzando la carretera carbonera y la de Adanero Gijón, para llegar a la estación de Pumarín donde se bifurcaba en dos ramales: el que iba a la ciudad y el que iba al puerto del Musel. El ramal que llegaba a la villa lo hacía por el este de las vías del Ferrocarril del Norte y del de Langreo, cerca de cuya estación parece que se hubiera instalado la del Ferrocarril de Lieres. Sin embargo, el plano de Casielles de la ciudad de Gijón de 1910 representa la llegada del Ferrocarril de Lieres a la villa mucho más al oeste, entre las líneas del Ferrocarril del Norte y de Langreo, paralelamente a este último.

La explicación a este cambio hay que buscarla en las parroquias de Caldones y Granda. Allí, los planos del ferrocarril muestran un trazado siempre en dirección norte desde el apeadero de Caldones hasta la estación de Pumarín, en el cruce con la carretera de Adanero Gijón, que fue sustituido por otro que, tras pasar el apeadero, describe una amplia curva hacia el oeste, bordeando el alto de La Perdiz, para luego tornar rumbo norte de nuevo. Este cambio en el trazado determinó la variación que hemos visto de la entrada del Ferrocarril de Lieres en Gijón y respondía a  la oportunidad de recoger los carbones del pozo vertical que los Hermanos Felgueroso, accionistas y contratistas del ferrocarril, pretendían profundizar en La Camocha tras estudiar la dirección de los bancos de caliza y valorar una óptima localización respecto al puerto de embarque al que accederían con el Ferrocarril de Lieres. El pozo no pudo realizarse hasta fines de la década de los veinte, mucho después de la paralización de las obras, pero aprovechó
la trinchera del Ferrocarril de Lieres para tender una vía hasta el puerto del Musel por donde se daba salida a la producción de La Camocha.
 
 



En cuanto a las estaciones, en este tramo destacaba la de la ciudad de Gijón que nunca llegó a ser construida pero que era la de mayor rango de toda la línea. No se conoce con exactitud la localización que ésta hubiera tenido en la villa, pero los planos parecen indicar que lo hubiera estado en un lugar próximo a la del Ferrocarril de Langreo y del Norte. Era una localización adecuada para representar la imagen de la compañía en la ciudad pero presentaba alguna complicación ya que coincidía con las zonas de expansión urbana del acelerado crecimiento de la villa en la primera década del siglo, por lo que el Crédito Industrial Gijonés se había adelantado a comprar los terrenos para cederlos luego a los Ferrocarriles de San Martín.
 
 



La cercanía de la estación del Ferrocarril de Lieres a las de las líneas del Norte y del ferrocarril de Langreo, exigía la construcción de un edificio capaz de competir en elegancia con aquellas, lo que explica el gran porte del inmueble que representan los planos. El proyecto de estación en Gijón que manejaba la Compañía de los Ferrocarriles de San Martín muestra un edificio organizado en tres alturas, estando dedicada la planta baja para las labores de sala de
espera, venta de billetes y dependencias de equipajes. Esta planta, en el lado de la ciudad, abría una marquesina de carruajes para la llegada de los coches de caballos que se contraponía con el andén del ferrocarril. La siguiente planta, denominada como principal, acogería la sala del consejo, diversas oficinas, dos dormitorios y cocinas, mientras que la planta segunda estaba destinada a otros siete dormitorios, una cocina y un comedor.
 
 
 
 
 
Proyecto de edificio para estación en Gijón, firmado en 1904. Se puede observar el gran porte de un edificio de estilo ecléctico llamado a constituir la imagen de la Compañía de los Ferrocarriles de San Martín - Lieres - Gijón - El Musel en la ciudad portuaria de Gijón y a competir en prestancia con los de las estaciones del Ferrocarril de Langreo y del Noroeste.

 



 

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